Michael Shanks debuta con un audaz historia de horror corporal que transforma la codependencia en una auténtica pesadilla.
Hay películas que llegan a nosotros disfrazadas de entretenimiento sencillo, pero que, con el paso de los minutos, comienzan a revelar algo más profundo. ‘Together’, escrita y dirigida por el australiano Michael Shanks, es una de ellas; y lo hace desde un lugar extraño, incómodo y hasta grotesco. Sin embargo, detrás de esa fachada de horror corporal y supernatural encontramos un relato original, y por momentos divertido, sobre las complejidades del apego emocional.
La historia sigue a Millie y Tim, interpretados por Alison Brie y Dave Franco, una pareja que decide mudarse al campo, lejos de su familia y amigos, para comenzar una nueva etapa. Millie ha conseguido un trabajo como maestra en una escuela local, mientras Tim insiste en perseguir su sueño de ser músico, aunque sin grandes resultados. Desde el inicio, notamos que la relación arrastra tensiones como la extraña propuesta de matrimonio que Millie le hace en su fiesta de despedida, la incertidumbre sobre el futuro de Tim y la casi inexistente intimidad entre ambos.
Ya instalados en su nuevo hogar, una excursión los lleva a una cueva misteriosa que marcará un antes y un después en sus vidas. Tras un extraño accidente, al amanecer descubren que sus cuerpos ya no pueden separarse. La conexión parece magnética, imposible de evitar, incluso cuando intentan huir el uno del otro. Lo que comienza como un retrato íntimo de una pareja en crisis pronto se convertirá en una pesadilla de horror corporal y, al mismo tiempo, en una metáfora poderosa de la codependencia y del miedo a perder la identidad dentro de una relación.
A partir de ahí, Michael Shanks no se conforma con el impacto inicial y decide lleva la premisa hacia un terreno que combina horror corporal, humor incómodo y drama íntimo. El resultado es un viaje extraño y absorbente, que logra estremecernos, hacernos reír ante lo absurdo y, casi sin darnos cuenta, despertar empatía por los protagonistas. No se trata solo de ver a una pareja atrapada físicamente, sino de reconocer, en su desesperación, las cadenas invisibles que muchas veces atan a las relaciones.
Es difícil creer que esta sea la primera película de Shanks como director. Desde la secuencia inicial (sólo diré que involucra a perros, un bosque y algo desconocido), demuestra un control sorprendente del tono: sabe cuándo provocar horror, cuándo apostar por la risa incómoda y cuándo dejar que el silencio hable por sí mismo. Su guion, ingenioso y preciso, evita sobreexplicar, y encuentra un equilibrio convincente entre lo fantástico y lo íntimo.
La puesta en escena ayuda a mantener la tensión sin recurrir al gore excesivo. El trabajo de cámara y el diseño de sonido se complementan para crear imágenes inquietantes y atmósferas cargadas, capaces de intensificar tanto los sobresaltos como los momentos de quietud. Es cierto que los toques de comedia no siempre encajan y que la trama central pierde algo de ritmo hacia la mitad, pero la mezcla de géneros funciona en gran medida y se atreve a ir más lejos de lo habitual. Para ser su debut, Shanks no teme apostar fuerte, incluso si eso significa transitar por terrenos narrativos poco convencionales.
Lo más sorprendente es que, a pesar de lo grotesco de su premisa, la película nunca pierde su humanidad. Eso se debe en gran medida a las actuaciones de Dave Franco y Alison Brie, columna vertebral del debut de Shanks. Al ser pareja en la vida real, su química resulta innegable, pero lo valioso es que ambos se arriesgan a mostrar una vulnerabilidad poco común. Ese “meta” inevitable —ver a un matrimonio interpretando a una relación que se resquebraja— potencia la incomodidad y la empatía a partes iguales.
Ofreciendo una de las mejores interpretaciones de su carrera, es fantástico ver a Franco brillar en un registro distinto al que ya nos tiene acostumbrados. Entrega una interpretación sorprendentemente vulnerable, caótica, sombría y llena de desesperación, encarnando a un hombre quebrado por la inseguridad, la frustración y la dependencia. Escenas como la de la ducha no solo transmiten pánico, también reflejan el deterioro de la salud mental de Tim, quien se aferra desesperadamente a Millie como única tabla de salvación, otorgándole una profundidad e inesperada fuerza al personaje.
Por su parte, Brie asume uno de los papeles más arriesgados de su carrera. Convierte a Millie en una mujer que, poco a poco, deja atrás la compasión para asumir las riendas de su vida, incluso en circunstancias imposibles. Pasa de ser una profesora aparentemente común, fanática de las Spice Girls, a alguien determinado, dispuesto a tomar cualquier medida para separarse de su pareja… ¡literalmente!
Juntos forman una dupla magnética y divertida. Cuanto más absurdo se vuelve el concepto de la historia, más poderosa se siente su conexión en pantalla, y ahí radica buena parte del encanto de ‘Together’. Incluso cuando ciertos aspectos del trasfondo de sus personajes quedan poco explorados, como el pasado traumático de Tim o la rutina laboral de Millie, la química real entre ambos sostiene la película y logra que nos importe lo que les sucede, aún en medio del caos grotesco que los rodea.
A medida que la historia se acerca a su desenlace, lo grotesco se vuelve casi poético. La película nos recuerda que, cuando el amor pierde el equilibrio, puede convertirse en un vínculo que asfixia, devora y no deja espacio para respirar. Puede transformarse en dependencia, y esa cercanía extrema puede llegar a ser tan aterradora como cualquier monstruo.
No cabe duda que con ‘Together’, Michael Shanks firma una de las propuestas más refrescantes de los últimos tiempos en el género. Es una metáfora visualmente audaz, dolorosa y atrevida; inquietante en su propia manera y, a la vez, es tierna y emotiva. No es perfecta, pero sí inolvidable. Su tono no siempre sea uniforme, pero gracias a la valentía de Brie y Franco, y a un guion que abraza lo absurdo con sinceridad, tenemos una historia que habla del amor y de lo difícil que resulta dejar ir cuando hemos estado demasiado cerca de alguien.
En definitiva, es un un viaje incómodo, reflexivo y entrañable; uno que nos mantiene pegados mucho más allá de lo que dura la película.
* Esta reseña también es publicada en rockaxis.com.