‘The Smashing Machine’: Dwayne Johnson emociona en un retrato que no siempre encuentra su ritmo

Benny Safdie transforma el biopic deportivo en una historia honesta sobre la gloria, la culpa y el desgaste del cuerpo.

En ‘The Smashing Machine’ (‘La Maquina’ en Latinoamérica), Dwayne Johnson finalmente se aleja del carisma inquebrantable que lo ha definido durante años. Sin su sonrisa imponente ni la energía casi mítica de “The Rock”, el actor se pone en la piel de Mark Kerr, pionero y leyenda de las Artes Marciales Mixtas (MMA), cuya vida fue un torbellino de éxito, adicción y vulnerabilidad.

Inspirada en el documental homónimo de 2002 y dirigida por Benny Safdie (Uncut Gems), la película busca mirar más allá del músculo y el triunfo: observar al hombre cuando el cuerpo ya no resiste, cuando la gloria deja de ser suficiente. El resultado, sin embargo, no golpea tan fuerte como promete.

Un retrato físico, sucio y contenido

Desde los primeros minutos, Safdie deja claro que no quiere contar una típica historia de superación deportiva. La cámara se mueve muy cerca de los cuerpos, a veces demasiado, y muestra un mundo áspero, lleno de sudor, dolor y ruido. La textura visual, entre el grano grueso y la estética noventera, recuerda al documental original sobre Kerr, del cual toma un estilo casi de observación directa.

Hay autenticidad en la forma en que el director retrata el entorno del MMA: no como espectáculo, sino como un trabajo que desgasta tanto el cuerpo como el alma. Safdie evita los clichés del género, dejando atrás los discursos de victoria y las secuencias heroicas para crear atmósferas realistas y tensas. Cada golpe se siente y cada respiración pesa.

Fuera del ring, sin embargo, el relato no mantiene la misma intensidad. Hay momentos intensos, pero el guion no logra unirlos de forma convincente; y lo que empieza como una exploración íntima de un hombre atrapado entre la gloria y el deterioro termina diluyéndose en escenas repetitivas y una emoción que nunca estalla del todo.

Dwayne Johnson sorprende al bajar la guardia

Lo más valioso de ‘The Smashing Machine’ es, sin duda, la actuación de Dwayne Johnson. Aquí entrega la mejor interpretación de su carrera. Con ayuda del maquillaje de Kazu Hiro, logra borrar buena parte de su imagen habitual y desprenderse de “The Rock” para dar vida a un hombre roto, lleno de dudas y culpa.

Su Mark Kerr es un gigante cansado, sensible, amable pero atormentado. Johnson transmite vulnerabilidad sin perder fuerza. En lugar de usar su cuerpo como símbolo de poder, lo convierte en reflejo de fragilidad. Hay ternura en su mirada, inseguridad en sus gestos y una humanidad que sorprende viniendo de alguien tan asociado al cine de acción.

La escena más poderosa llega cuando Kerr, hospitalizado, se derrumba frente a su amigo Mark Coleman, interpretado con naturalidad por el artista marcial mixto Ryan Bader. Johnson apenas esconde el rostro, se desmorona y deja que el momento hable por sí solo. Es una secuencia sencilla, pero honesta, que resume todo lo que la película podría haber sido si hubiera mantenido ese nivel emocional.

Un guion que golpea… pero no siempre conecta

El problema es que el guion no acompaña con la misma fuerza. Safdie —esta vez sin su hermano Josh— conserva su energía caótica, pero la historia avanza de forma irregular. Hay momentos intensos, pero también largas secciones donde los conflictos se repiten sin desarrollo.

La relación entre Kerr y su novia Dawn (Emily Blunt) ejemplifica ese desequilibrio. A pesar del compromiso y la entrega de Blunt, el personaje está escrito con una carga negativa desproporcionada. Es conflictiva, dura y reactiva, sin que se explique del todo qué la motiva o qué la mantiene junto a él. El guion insiste en las discusiones hasta el agotamiento, restando matices a ambos personajes.

El resultado es una dinámica desequilibrada: la cinta mira a Kerr con empatía y a Dawn con severidad. La relación nunca logra la profundidad que la historia necesita. Esa asimetría debilita la credibilidad emocional y deja la sensación de una buena intención que se queda en la superficie.

Entre momentos potentes y un final sin clímax

Más allá de los personajes, ‘The Smashing Machine’ sufre por una estructura fragmentada. La historia salta entre la carrera deportiva, la adicción, la relación amorosa y la amistad, sin lograr una integración real. A veces parece una serie de momentos sueltos más que un relato con rumbo. Aunque nunca aburre, cuesta encontrar un hilo emocional constante.

Safdie merece crédito por su apuesta estética. Su forma de filmar las peleas, evitando los primeros planos heroicos y privilegiando tomas semicubiertas por las cuerdas o los cuerpos, transmite una sensación de claustrofobia y realismo. No hay glamour ni espectáculo, solo la brutalidad del deporte.

Fuera del ring, el tono cambia. Hay pequeños momentos de calma —como cuando Kerr conversa con un niño y su abuela, o intenta comprar un regalo para Dawn— que aportan humanidad. Son instantes sencillos, pero sinceros. Aun así, esos destellos no bastan para construir una conexión emocional profunda.

Esa falta de cohesión afecta también al desenlace, que llega sin un verdadero clímax. Hay una sensación de cierre, pero no de resolución. La película deja ideas y emociones flotando, sin atarlas del todo. Tal vez esa era la intención, pero en términos narrativos, el resultado se siente incompleto.

Una mirada respetuosa que se queda a medio camino

Se nota el respeto de Safdie por el mundo que retrata: la MMA, sus luchadores y su crudeza. No hay juicios ni adornos; el director se mantiene fiel al espíritu de un hombre que intentó mantenerse en pie mientras todo se desmoronaba. Pero esa mirada sobria a veces se vuelve fría. La película observa más de lo que siente, y eso hace que varias escenas pierdan impacto.

A pesar de ello, ‘The Smashing Machine’ no carece de méritos. La ambientación es excelente, las peleas tienen fuerza visual y el tono evita el melodrama fácil. Es una cinta con buenas intenciones y momentos poderosos, pero no logra alcanzar todo su potencial.

Dwayne Johnson sostiene el relato casi por completo con una actuación sincera y humana; sin él, la película perdería gran parte de su peso. El trabajo de Ryan Bader aporta calidez y equilibrio, y su amistad con Kerr se convierte en el corazón emocional del relato. Es una relación creíble, afectuosa y sin artificios, que contrasta con la tensión de la vida personal del protagonista.

En conjunto, Safdie entrega una obra real y bien construida, pero con poca intensidad emocional. Es un drama que respira autenticidad, aunque no logra conectar tan profundamente como promete.

The Smashing Machine’ no es una caída, pero tampoco un triunfo. Es un paso intermedio: una película correcta, con momentos brillantes y otros que se diluyen. Lo mejor que deja es la transformación de Johnson. No todos los días una superestrella de acción se despoja de su armadura para mostrarse vulnerable. Si esta es la dirección que el actor decide seguir, vale la pena esperarlo.

Calificación: 6.5/10

Ángela

Ángela "Tata" Rodríguez — Directora / Editora

Comunicadora Social y Periodista. Movie & TV junkie. Fan del mundo de los Superhéroes, la Animación, la Ciencia Ficción y la Fantasía. Team Marvel. El Rock ha sido gran parte de la banda sonora de su vida. Stan Lee, Freddie Mercury, Indiana Jones, Carrie Fisher y Buffy Summers son algunos de sus héroes. Llora con facilidad en las salas de cine. Si su vida fuera una película la dirigiría Edgar Wright.