Reseña ‘Dune’: un soplo de vida nueva para una historia atemporal

‘Dune’, ‘Dune’… ¿por dónde comenzar? 

Para mi es inevitable trazar comparaciones con la película de David Lynch primero porque solo he visto la cinta y no las adaptaciones para televisión, que son relativamente más recientes; y segundo, porque estamos hablando de películas.

La versión de Denis Villeneuve llega luego de muchísima anticipación y expectativa. Por un momento creí que de verdad no se estrenaría en cines y que íbamos a tener que conformarnos con verla en servicios de streaming o por caminos algo más dudosos. Pero, al parecer esta línea de tiempo tiene algo más de consideración con nosotros, a pesar de todo lo que ha pasado en estos dos últimos años.

Ahora, ver ‘Dune’ en la sala IMAX le regaló otro poquito más de “normalidad” a mi percepción de la vida y me alegra muchísimo haberla visto en este formato porque no hay otra forma de apreciar el gran trabajo en Fotografía y en dirección de Arte que se fajaron. ¡En serio!

(Vale la pena decir que a partir de este punto, este artículo tendrá SPOILERS; así que absténganse de leerlo si no han visto todavía la versión de Villeneuve… o la de Lynch).
 

Mucho se ha dicho de adaptar ‘Dune’ y del reto que supone lograrlo. Alejandro Jodorowsky planeó su propia película, que se volvió leyenda aún sin haber sido realizada, pero el presupuesto se fue para Lynch que, para ser bien honestos, hizo un buen trabajo dadas las circunstancias; sin embargo, no alcanza a pegarle al palo.

Claro que hay diferencias, tanto de estética como de producción, entre las dos películas que hay que tener en cuenta. Por un lado, Lynch hace su versión en 1984 y, hay que decir, que sus efectos y su dirección de arte son bastante impresionantes para los recursos de la época. Para la década en la que se encuentran, el elenco es envidiable (Kyle MacLachlan en su debut, Patrick Stewart, Max Von Sydow, Sean Young… STING, POR AMOR A DIOS) y asumir el reto de adaptar un texto tan ambicioso como el de Frank Herbert no es realmente tarea pequeña.

De entrada, ‘Dune’ (2021) visualmente es espectacular: tiene planos que hacen énfasis en lo pequeños que somos, en comparación con el espacio y con el universo entero. En el contexto de ‘Dune’, enfrentados a Arrakis, cualquiera es pequeño ante un vasto desierto que se extiende por miles de kilómetros que están protegidos por una de las criaturas más vastas que ha imaginado la creatividad humana.

Villeneuve también se toma el trabajo de imbuir en sus personajes una sensación todavía terrestre con la forma en como visten, a pesar que es evidente que todo esto transcurre en un futuro muy, muy distante.

Lynch se lanza a adaptar el libro en su totalidad en alrededor de dos horas y media. Supongo que para la década era apropiado, pero al contener toda la historia en este límite de tiempo, se siente apresurada, y momentos que parecen claves (como el proceso de Paul para hacerse Fremen y ser aceptado por esta comunidad), parecen darse de la nada.

Puede que la versión de Villeneuve parezca algo lenta en esta primera parte, pero está justificado: la historia de Paul es de iniciación. Es un joven que tiene una responsabilidad, e importancia, sobre sus hombros que jamás pidió recibir. Las circunstancias en las que se encuentra lo obligan a crecer y a madurar a gran velocidad. Pero esto no significa que se deje de lado el proceso por el cual se obliga a crecer.

Villeneuve hace un buen trabajo en esto: nos presenta a los actores de esta historia y el entramado político en el que caen los Atreides, que son el detonante para la transformación de Paul.  Timotheé Chalamet hace un gran trabajo como Paul: la forma en cómo interpreta a este personaje transmite un afán de probarse a sí mismo, y a los demás, de lo que es capaz, pero a la vez nos está permitiendo entender lo confuso que le resulta el tamaño de los cambios a los que se está viendo sujeto.

Aquí, el cineasta francés no solo se limita a presentar sucesos que llegan a un clímax (para esto nos falta una parte más); y es en los detalles en los que comienza a crear y cimentar toda una tradición y contexto que complementan la personalidad y carácter mismos de los personajes que encontramos en la historia.

El director se esfuerza en hacernos entender el carácter de los Atreides y, por ejemplo, su astucia y experticia en batalla. El detalle de los lenguajes privados, tanto hablados como de señas, dan cuenta de toda una estructura alrededor de esta gran y antigua familia.

Pero de todo lo que logró Villeneuve con esta primera entrega, lo que más me llamó la atención fue el peso que le otorgó a Rebecca Ferguson como Jessica, aspecto que hizo muchísima falta en la adaptación de Lynch. Ella es clave para el desarrollo, no solo de la historia sino de Paul como persona.

Jessica en esta película se presentó con la complejidad que bien debería caracterizar a una Bene Gesserit: se mostró fuerte, pero al mismo tiempo vulnerable. Atemorizada, aterrada, pero también decidida y valiente. Precisamente, uno de los elementos que más hizo falta en la adaptación de Lynch fue la importancia de los personajes femeninos para el desarrollo de la historia y la construcción de este universo tan rico y detallado.

En el caso de Villaneuve, apenas es la primera parte; pero es notorio el cambio tanto en el enfoque como la manera en que se presentan estos personajes. Además de la caracterización de Jessica, también pudimos ver a la reverenda madre Gaius Helen Mohiam (Charlotte Rampling), y a través de ella tener una idea de qué tan poderosas e influyentes pueden ser las Bene Gesserit. Junto con Jessica nos muestran un contraste: el del deber y el compromiso con una orden que busca control y poder, comparado con el afán de proteger a su familia con ese mismo entrenamiento y herramientas.


Por otro lado, tenemos a Chani (personaje interpretado por Zendaya). Si bien su presencia en esta primera parte no fue tan extensa como muchos hubieran esperado, es una Chani mucho más cercana a la del libro: valerosa, aguerrida, determinada y decidida. Es una lástima que en la cinta de Lynch este personaje pasara casi que de adorno porque es realmente una pieza clave del desarrollo de los libros que vienen después de ‘Dune’. Con seguridad veremos mucho más de Chani y su importancia en la segunda parte, que se estrenará en octubre de 2023.  

Y por último, en este apartado, está la decisión de cambiar el personaje de Liet Kynes para ser interpretado por una mujer: Sharon Duncan Brewster. Sí, muchos fans pusieron el grito en el cielo, pero me parece una decisión acertada ya que le ha dado riqueza al personaje y al universo de ‘Dune’. El cambio en el personaje no se siente impuesto, o gratuito. Liet Kynes tiene un afán de proteger a su planeta, más allá de los intereses de quien gobierne o quien mande a gobernar, y de mantener la paz entre las partes… características que pueden ser bien interpretadas por una mujer.

‘Dune’ en 2021 nos entrega un universo mucho más rico y diverso. Es el futuro. Es Ciencia Ficción: no hay motivo alguno por el que solo deba estar poblado por hombres blancos (sorry Lynch! Nada en tu contra, pero tu película bien puede ser un comercial para Clorox). Uno de los elementos que más enriquece a este género, tanto en la literatura como en el cine, es el de tener la posibilidad de imaginar mundos, universos más inclusivos y diversos. Nos ha costado muchos años, pero poco a poco vamos llegando allí. La cinta de Denis Villaneuve está cumpliendo su cometido en este aspecto.

María Murcia Fajardo

María Murcia Fajardo — Redactora

Estudió literatura para poder hablar un poco más sobre ciencia ficción y fantasía. Fan absoluta del MCU y LOTR, y la pueden encontrar alegando por The Hobbit en cualquier episodio de nuestro podcast. Fan bebé del k-pop, ha acumulado más merch de ASTRO en dos años que cds de otras bandas en 15 años. Puede maratonear un k-drama en un fin de semana sin problema.