Para nadie, en 2016, es desconocido el nombre de Warcraft. Si bien a simple vista lo asociamos directamente con el popular multijugador en línea ‘World of Warcraft’ (WoW), juego que seguramente nuestros hermanos, amigos, parejas han jugado en algún punto de sus vidas, esta primera entrega dirigida por Duncan Jones (Moon, Source Code) no tiene nada que ver con el famoso juego como tal.
‘Warcraft’, para mi sorpresa, se remonta varios años atrás a un juego llamado ‘Warcraft: Orcs and Humans’, creado por Blizzard en 1994 y del cual se origina esta adaptación cinematográfica. Jones es un gran admirador del juego y lo conoce al haberlo jugado, por lo que gran parte de su trabajo como director radica en presentar a una audiencia que no tiene conocimiento de Warcraft, más allá de WoW, toda una narrativa con héroes, villanos y un conflicto que parece no acabar entre orcos y humanos.
Y aunque los planes para realizar esta adaptación a la pantalla grande fueron anunciados en 2006 por parte de Blizzard Entertainment y Legendary Pictures, la película vio varios retrasos en su producción, comenzando a grabar apenas en 2014.
Como el título nos lo cuenta, ‘Warcraft’ presenta el primer encuentro entre orcos y humanos. Los orcos escapan de un Draenor moribundo y llegan al reino de Azeroth a través de un portal mágico creado con “la magia vil”, un poder que destruye y corrompe todo donde se le emplee y a quien la practique. De esta forma, el nuevo mundo, comenzando por Azeroth, se ve obligado a encontrar la forma de evitar que el portal sea empleado, tratando así de evitar una guerra con los orcos.
Sin dar paso a los spoilers, la película cumple a cabalidad al presentar este universo que es nuevo para una gran parte de la audiencia. Nos introduce a héroes y antagonistas, y nos deja claro que al final es una gran tragedia: el intento para que no acabe todo en una guerra resulta en vano; lo que prepara el terreno para una segunda entrega en la que podríamos ver una gran batalla (como las que pudimos encontrar en ‘The Lord of the Rings’). Los efectos especiales ayudan a construir y realzar un mundo fantástico donde se puede ver cómo la magia, ya sea buena o mala, afecta a cada individuo en contacto con ella.
No hay mayor pretensión en ‘Warcraft’ que la de introducirnos a un nuevo mundo de héroes, hechiceros y demonios del que muchos no tenemos conocimiento, sin que hayan puntos oscuros de la trama que sean de difícil comprensión. Muchas películas intentan presentar universos desconocidos, pero caen en incluir elementos de la trama que para una nueva audiencia terminan siendo confusos.
Lo que me parece más importante es que la película se siente hecha con mucho amor y dedicación. He tenido la oportunidad de charlar con personas que conocen el juego desde sus inicios y han resaltado la importancia de mantener detalles como la traducción al español de los nombres de los sitios geográficos (que es la misma de los juegos), el diseño de las armaduras, la estética de los orcos (que además se ha desarrollado con un cuidadoso proceso de CGI, el cual seguramente mandará la parada en las películas que vienen) y, en general, de dar a las audiencias en las salas de cine un abrebocas de todo un universo que lleva ya 21 años en diferentes medios culturales.
Con todo esto, ‘Warcraft’ es una película a la que definitivamente vale la pena darle una oportunidad y que seguramente veremos continuada en la pantalla grande en uno o dos años.