Más que un triángulo amoroso, Celine Song nos presenta una mirada honesta e inteligente sobre lo que realmente importa en el amor
Desde fuera, ‘Materialists’ (‘Amores Materialistas’ en Latinoamérica) parece una comedia romántica clásica: una mujer entre dos hombres que representan formas distintas de amar. Pero bastan unos minutos para descubrir que estamos ante un caballo de Troya. Bajo esa apariencia ligera, se esconde un drama profundo, íntimo y conmovedor que se atreve a hablar del amor en tiempos de cinismo, listas imposibles y relaciones tratadas como contratos.
Tras cautivarnos con ‘Past Lives’ (2024), Celine Song regresa con una historia que, bajo su superficie encantadora, lanza preguntas difíciles: ¿qué significa amar cuando el amor ya no es suficiente?, ¿qué lugar ocupa la seguridad económica en una relación?, ¿es la estabilidad enemiga del deseo? y ¿cuánto estamos dispuestos a arriesgar para ser realmente vistos?
Lucy (Dakota Johnson) es una brillante casamentera neoyorquina que ha convertido el amor en un negocio. Evalúa compatibilidades como ecuaciones, basadas en apariencia, edad, ingresos y formación, y se enorgullece de haber unido a nueve parejas. Pero en la boda de uno de sus clientes conoce a Harry (Pedro Pascal), un millonario encantador que parece cumplir todos los requisitos del “hombre ideal”. Esa misma noche reaparece John (Chris Evans), su exnovio: un actor en bancarrota con quien vivió cinco años de amor verdadero y muchas discusiones.
Dividida entre lo que cree merecer y lo que realmente desea, Lucy se verá obligada a replantearse sus convicciones cuando un evento inesperado sacuda su fe en el sistema que ella misma construyó. Mientras busca pareja para su nueva clienta, Sophie (Zoë Winters), también deberá enfrentarse a sus propias emociones… y decidir si el amor es solo una transacción más, o algo mucho más impredecible.
Song construye personajes con capas, contradicciones y humanidad, partiendo de un terreno conocido —el triángulo amoroso, el amor del pasado frente al del presente, la lógica contra la emoción— para explorar temas mucho más profundos: la soledad, la autoestima, el miedo a ser vulnerables, la política de género y el peso de la estabilidad económica en nuestras decisiones afectivas. Y lo hace con una sensibilidad que evita tanto el cinismo como el sentimentalismo fácil.
En ese contexto, cada gesto cuenta: una mirada, un silencio, un roce en medio de una conversación aparentemente trivial. ‘Materialists’ se toma su tiempo, pero nunca se siente vacía. Nos invita a habitar ese mundo, a escuchar a sus personajes con atención y a dudar con ellos.
Lucy es pragmática y brillante, alguien que calcula más de lo que siente. Ama, pero como quien resuelve una ecuación esperando una respuesta lógica. Harry parece el hombre perfecto, pero también arrastra dudas, miedos y una necesidad real de conexión. John rompe con el estereotipo del ex idealizado: es honesto, frágil y aún esperanzado.
Y sin embargo, ‘Materialists’ no nos pide que tomemos partido. No hay héroes ni villanos. Solo personas intentando amar lo mejor que pueden, con lo que tienen y desde donde pueden. La película confía en que, como espectadores, entenderemos que en la vida real, a veces no hay una única respuesta. Solo elecciones que revelan quiénes somos… y quiénes todavía estamos aprendiendo a ser.
Parte del impacto emocional de ‘Materialists’ radica en la fuerza y la humanidad de sus interpretaciones principales.
Dakota Johnson hace un gran trabajo como Lucy: una mujer inteligente, contradictoria, que se protege con el sarcasmo y se aferra a sus ideas como un escudo. Logra mostrar el lado analítico del personaje sin perder la calidez que la vuelve cercana. Poco a poco, deja asomar su vulnerabilidad, aunque por momentos su personaje se siente menos explorado que los de sus compañeros. A veces da la sensación de que falta una capa más de emoción para que podamos conectar con ella con la misma intensidad que lo hacemos con John o Harry.
Pedro Pascal, como Harry, es puro carisma. Lo que podría haber sido un personaje perfecto en el papel, él lo convierte en alguien genuino y vulnerable. Tiene una presencia que inspira confianza sin esfuerzo. Es fácil enamorarse de él, y no solo por su apariencia ideal. Sin embargo, es en su mirada donde se revela que, detrás del encanto, hay una persona que también necesita ser querida de forma real y auténtica.
Chris Evans entrega una de sus interpretaciones más sinceras hasta la fecha. Su versión de John es la de un hombre que sigue amando en silencio, con esa tristeza callada de quien ha perdido algo valioso. No necesita grandes escenas para conmover: con una mirada, una pausa o un gesto mínimo, expresa todo lo que su personaje guarda. Es una actuación silenciosa, pero poderosa.
También destaca Zoë Winters como Sophie, un personaje que podría haber sido solo una secundaria más, pero que termina robando varias escenas por lo que representa: el miedo al rechazo, la necesidad de sentirse amado y, sobre todo, la valentía de seguir creyendo en el amor incluso cuando todo parece estar en contra.
Además de ser una historia sobre cómo aprendemos —y nos permitimos— amar, ‘Materialists’ también reflexiona sobre cómo, incluso las mujeres más seguras y exitosas, siguen enfrentando la presión de encontrar a la pareja ideal, mientras navegan un mundo donde las citas pueden ser impersonales, agotadoras… e incluso peligrosas.
Celine Song sugiere, sin subrayarlo, que para muchas, salir con alguien nuevo no es solo un juego emocional, sino también un riesgo físico. Ese subtexto le da a la película un peso inesperado, recordándonos que no todos parten del mismo lugar al buscar amor, y que detrás de cada historia romántica existen también estructuras de poder, desigualdad y miedo.
Pero ‘Materialists’ no se queda en la crítica. También es una carta de amor a la vulnerabilidad y a la valentía de mostrarnos tal como somos. A través del arco de Lucy, vemos lo difícil —y necesario— que es abrirnos a otros, incluso cuando creemos que no lo necesitamos.
‘Materialists’ se toma su tiempo, pero cada escena encuentra su peso y sentido. Es reflexiva, pero jamás distante. Cada mirada, cada silencio, cada decisión tiene intención. Aquí no se trata solo de quién elige a quién. Se trata de lo que cada elección dice sobre nosotros.
No busca dar respuestas fáciles. Nos muestra lo confuso, lo frágil y lo profundamente humano que es amar. Nos recuerda que no todo lo que se siente bien es sostenible, que la seguridad no garantiza felicidad, y que amar no es seguir una fórmula… sino atreverse a ser visto.
Celine Song ha hecho algo especial: tomar los elementos clásicos del cine romántico y convertirlos en una historia madura, emocional y profundamente humana. Con personajes llenos de matices, diálogos inteligentes y una dirección sensible, ‘Materialists’ es el tipo de película que nos invita a pensar, a sentir y, quizá, a creer un poco más en el amor.
Puede que la cinta no tenga un final redondo ni la resolución que muchos esperaríamos, pero sí tiene algo más valioso: honestidad. Porque, al final del día, el amor no es una fórmula. Es una apuesta. Y ‘Materialists’ nos invita a dar ese salto.